Pero, respéteme un poco,
usted suena a cualquier hora
como si estuviera loco.
Si lo programo a las ocho,
¿por qué me llama a las nueve?...
Y si lo pongo a las cuatro
la campana ni se mueve.
¡Y no diga que está viejo,
o tal vez que se ha gastado!
¡Un reloj despertador,
hasta el fin es un soldado!...
¡Perdón… Don Despertador!...
Pero, acabó mi paciencia.
¡O marcha, como es debido,
o lo pondré en penitencia!

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